Cuenta la leyenda que hay una tierra al final del arcoíris en la que todo está hecho de chuches. Allí, las nubes sí que son de algodón de azúcar, los árboles son piruletas, las casitas son casitas de jengibre, los edificios son galletas rectangulares con pepitas de chocolate como si fueran las ventanas… En fin, me encantaría vivir allí, ese es mi sueño. También me comería todo; ¿me multarían los muñecos de jengibre, es decir, los policías? De todas maneras, también me los comería.
Bueno, volviendo al tema, me dirás: “¿cómo se entra?”, pues dicen que hay un pasadizo secreto que está cerrado por un candado, que la llave se consigue resolviendo una contraseña y los dígitos de la contraseña se descubren según las pistas de un acertijo. Te digo yo que ahí es muy difícil entrar.
Esto no es todo, lo que acabo de decir es sólo el principio, o sea, eso solo te abre la puerta. Después, en un túnel, te esperan: dos trolls muy pesados y gruñones, los siete enanitos de Blancanieves con muy mala leche y, por supuesto, a todos los pitufos azules pero muchísimo más grandes y malos.
En conclusión: si quieres ir allí, debes pasar por muchísimas cosas terroríficas pero, tendrás una buena aventura.
Autor: Víctor Rejano Rodríguez